Foto: Roberto R. Cinti |
El
Delta del Paraná suma 1.700.000 laberínticas hectáreas, que los ciclos
hidrológicos se encargan de mantener en permanente cambio. Comienza al sur de
Diamante, en Entre Ríos, y termina trescientos kilómetros aguas abajo, donde
los ríos Paraná y Uruguay se unen para formar el estuario del Plata.
Se trata de un vasto mosaico de
ecosistemas anegadizos o humedales, con características únicas dentro de la
Argentina. Su singularidad se funda en la inusitada presencia de especies
tropicales y subtropicales, que bajan del Chaco y la Selva Paranaense
aprovechando los corredores fluviales. Con ellas, estableciendo una exuberante biodiversidad,
conviven las propias de la templada llanura que enmarca la región.
El Bajo Delta o Delta Inferior
constituye su porción más austral. Tiene alrededor de 320.000 hectáreas de
superficie, que comparten las provincias de Entre Ríos (40.000 ha) y Buenos
Aires (280.000 ha). Y está constituido por islas genuinamente deltaicas,
producto de la sedimentación (al norte de Ibicuy hay, en realidad, una planicie
inundable segmentada por distributarios del Paraná).
Foto: Diego Varela |
En el paisaje de la subregión, tras
más de un siglo de transformaciones antrópicas, predominan las forestaciones de
sauce y álamo. Sin embargo, todavía es amplio el espacio ocupado por ambientes de
origen natural como juncales, pajonales y bosques de ceibo. Hasta perviven relictos
de Monte Blanco, la comunidad nativa más compleja de las islas.
Foto: Vanina Fernández |