Para
conservar al ciervo del Delta resulta clave conocer sus patrones de movimiento y
el uso que hace del hábitat. De esto se ocupa, con el auxilio de transmisores
satelitales, la llamada ecología espacial, protagonista de nuestro cuarto
video.
El equipo de Comunicación del Proyecto Pantano, buscando
apuntalar el conocimiento que la sociedad tiene del ciervo del Delta y los
esfuerzos por conservarlo, produjo dos posters
de sobresaliente calidad y generosas dimensiones. Uno, bajo el título
“Conservación con todos”, destaca el carácter colectivo de este megaproyecto
científico que lideran investigadores del CONICET y el INTA, caracterizado por
trabajar mancomunadamente con todos los actores sociales que comparten ambiente
con el ciervo (en especial, los productores forestales). Y el otro pone foco en
la especie, a través del enternecedor retrato de una hembrita.
La intención es que estas piezas gráficas lleguen tanto a
los colegios del Bajo Delta y las ciudades aledañas, para que promuevan
actividades educativas y de concientización, como a todas las instituciones que
participan del quehacer isleño. Su distribución comenzó con entregas a las
escuelas números 26 y 18 de San Fernando, 3 y 504 de Tigre, 18 de Campana, 7 de
Martín García y 501 de Magdalena. También recibieron posters la Asociación Forestal Argentina-Regional Delta, Arauco
Argentina, la Administración de Parques Nacionales, la Dirección Nacional de
Fauna, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible y la Dirección de
Islas de Buenos Aires, la Dirección de Ambiente de Tigre y la Dirección de
Cultura y Desarrollo Local de San Fernando, las Prefecturas de Zárate y Martín
García, la Estación Fluvial y el Puerto de Frutos de Tigre, Temaikén y
Cacciola.
Las entidades interesadas en recibir los afiches pueden dirigir
su pedido a proyectopantanoarg@gmail.com. Dada la cantidad limitada de
ejemplares, se priorizará a aquellas ligadas con la cultura –como colegios y
bibliotecas populares–, el ambiente, la producción, el turismo, la comunicación,
el transporte fluvial y los deportes náuticos.
Ricardo Austin –gerente de Operaciones de ARAUCO ARGENTINA– y Bernardo Hauri –presidente de la Asociación Forestal Argentina-Regional Delta– reciben los posters de mano de Javier Pereira, director del Proyecto Pantano.
La guardaparque María Eugenia Cueto se encargó de entregar los posters en el Anexo de la Escuela Secundaria Nº 18 de Campana, a orillas del Canal Alem.
Las inundaciones extraordinarias causadas por el fenómeno
climático de El Niño en el Delta del Paraná no sólo han provocado
inconvenientes y gravosas pérdidas a la gente de las islas. También han
jaqueado la población más austral del ciervo de los pantanos, el mayor cérvido
nativo de Sudamérica y uno de los tres ciervos anfibios del planeta. Según
relevamientos del Proyecto Pantano –un esfuerzo mancomunado para conservar al
ciervo isleño–, numerosos ejemplares han muerto ahogados o por falta de
alimento. Y los sobrevivientes debieron buscar refugio en las zonas más
elevadas –incluyendo sectores periurbanos y barrios náuticos–, donde resultan
presa fácil para los cazadores pese a la protección legal de que goza la especie
(fue declarada Monumento Natural, máximo grado de amparo, por Buenos Aires y
Entre Ríos).
“El ciervo de los pantanos podría ser la primera especie
extinta del siglo XXI en ambas provincias si sus autoridades de fiscalización o
las del Estado Nacional no intervienen de manera inmediata –alertó Javier
Pereira, director del Proyecto Pantano–. De poco sirve que el Consejo Federal
de Medio Ambiente (COFEMA) haya declarado la situación de emergencia
poblacional para el ciervo de los pantanos en el Bajo Delta sin una protección
efectiva de la especie en el campo. A 40 kilómetros del Obelisco, en el Delta
del Paraná, peligra una rareza biológica y el ícono de una de las regiones
naturales más peculiares de la Argentina. Urge que los máximos responsables de
su conservación hagan lo que les corresponde. La extinción, no olvidemos, es
para siempre”.
Más del 90 % del territorio argentino está en manos
privadas. Resulta ingenuo, por tanto, esperar que la sola expansión del sistema
federal de áreas naturales protegidas pueda garantizar el mantenimiento de
nuestra biodiversidad. También hace falta llevar la conservación al paisaje
productivo, escenario de los conflictos entre hombre y naturaleza. Esto, en el
caso del ciervo de los pantanos, implica trabajar mancomunadamente con los
productores forestales del Bajo Delta del Paraná, acordando un manejo de las
forestaciones y los predios silvopastoriles que favorezca la conservación de la
especie y, bajo su “paraguas”, de toda la biodiversidad regional.
Foto: Roberto Rainer Cinti
No es casual que las líneas de investigación generadas por
el Proyecto Pantano apunten a sentar las bases científicas de ese manejo. Veamos
algunos ejemplos. Con la ecología nutricional conocimos la dieta del “pantano”,
lo cual permitirá plantear la restauración de flora nativa clave para su
supervivencia o, si el consumo de recursos forestales tiene entidad,
estrategias que mitiguen el conflicto con los productores cuando crezca el número
de ciervos. El estudio de muestras de ADN, a su vez, expondrá la “salud
genética” de la población delteña, permitiéndonos vislumbrar qué áreas merecen
una atención especial para el diseño de corredores biológicos. Y tanto la
ecología espacial como los relevamientos de distribución señalarán dónde convendría
establecer esas vías de intercambio genético. Claro que nada de esto podría trasladarse
exitosamente al campo sin el consenso de los productores forestales, su participación
activa y el profundo conocimiento que tienen del ambiente isleño.
Foto: Roberto Rainer Cinti
Adoptar un manejo conservacionista genera beneficios. Las
grandes empresas forestales verán incrementadas las chances de certificar su
producción, llave de mercados tan prometedores como el europeo. Los pequeños y
medianos productores tendrán oportunidad de diversificar la suya con
actividades que dependen de un “ambiente sano”, como la apicultura o el
ecoturismo. Y todos gozarán del agua pura, el generoso suelo y los servicios
ambientales que brindan los humedales en equilibrio (entre ellos, el control de
plagas). Pero son “razones del corazón” las que mejor explican el entusiasta
involucramiento del sector forestal en el Proyecto Pantano. La gente de las
islas no está dispuesta a perder su “memoria verde” y, menos aún, su animal
icónico.
Foto: Roberto Rainer Cinti
De buena madera
Adolfo Lazzarín tiene cien hectáreas plantadas con álamos y
sauces a la vera del Canal 6. El ingeniero agrónomo Roberto Landó es el
responsable ambiental de Arauco Argentina, una empresa trasnacional con
alrededor de 33.000 hectáreas en el Delta. En una punta y la otra del espectro,
representan la amplitud del apoyo que supo granjearse el Proyecto Pantano entre
los productores forestales.
El productor forestal Adolfo Lazzarín, junto a sus hijos Héctor y Cristian.
“Nos criamos con el ciervo así que lo sentimos algo propio
–fundamenta Lazzarín–. Cómo no vamos a luchar para conservarlo, para que siga
estando en la isla pese al daño que pueda hacerle a algunos renovales. A veces,
de puro extrañarlo, nos damos una vuelta por la quinta sólo para verlo. Si se
extingue moriría algo nuestro, muy nuestro”.
Landó, cuya pasión por el Delta lo llevó a afincarse en la
región, suma a las razones afectivas la visión de una empresa decidida a ser un
referente mundial en el desarrollo sustentable de productos forestales: “El respaldo
de Arauco a la conservación del ciervo de los pantanos no es un hecho aislado –destaca–.
Forma parte de un compromiso ambiental que incluye, entre otras acciones, la
adopción del protocolo de prácticas favorables a la biodiversidad acordado
entre la Asociación Forestal Argentina y el INTA, la certificación FSC para todos
sus productos, la prohibición de caza en sus predios y más de 3000 hectáreas de
ambientes autóctonos bajo protección (el 10 % de sus propiedades en Delta)”.
Roberto Landó, jefe de Sistematización y Áreas Naturales Protegidas de Arauco Argentina.
Para el diseño de una estrategia de
conservación exitosa del ciervo de los pantanos en el Bajo Delta es necesario
conocer los patrones de movimiento de la especie y el uso que hace de los
distintos ambientes (en especial, de las forestaciones de álamo y sauce). Tras
esa información clave, el Proyecto Pantano prevé el rastreo satelital de diez
ejemplares adultos en el llamado Núcleo Forestal.
El 30 de diciembre pasado, sobre el
cierre de una esforzada campaña, iniciamos el proceso con un logro histórico:
la primera colocación de un collar satelital a un macho de ciervo de los
pantanos en toda Sudamérica. Lo bautizamos Guazú (“grande” en lengua guaraní),
no tanto por sus 90 kilos como por su condición pionera.
A poco de liberado, su collar comenzó
a emitir señal con plena eficacia. Está programado para enviar entre 12 y 16
localizaciones diarias, determinadas por el GPS que lleva incorporado. Los 66
satélites que conforman la constelación Iridium las hacen llegar hasta la
computadora de los científicos del proyecto en forma de coordenadas para que,
valiéndose de programas geoinformáticos, puedan mapear con precisión los
desplazamientos del animal.
Así nos enteramos que Guazú, tras un
alejamiento inicial –producto tal vez del stress
de captura–, regresó a los pocos días al cuadro que frecuentaba antes de
volverse una celebridad y allí sigue brindándonos información esencial para
conciliar la producción forestal con la conservación de su clan.
La captura estuvo a cargo del equipo
veterinario del Proyecto Pantano –integrado por profesionales de la Fundación
Temaiken y el CONICET–, fue supervisada por guardaparques del Organismo
Provincial para el Desarrollo Sostenible de la provincia de Buenos Aires (OPDS)
y contó con el apoyo logístico de la Estación Experimental Agropecuaria Delta
del INTA, la Reserva Natural Otamendi (APN) y la empresa foresto-ganadera Caaby
SA.
Foto: Roberto Rainer Cinti
EL
VIDEO Crónica de una captura histórica
Cámaras: Natalia Fracassi y Santiago D'Alessio. Edición: Sebastián Betz
Imágenes de la
primera colocación de un collar satelital a un macho de ciervo de los pantanos
en Sudamérica.
Las cámaras trampa con sensor de
calor y movimiento, que capturan automáticamente fotos y videos de cuanto se
les cruce por delante –tanto de día como de noche–, constituyen un valiosísimo
instrumento para evaluar la fauna silvestre. Sus registros brindan inestimables
datos sobre la distribución de las especies, su abundancia relativa, el uso que
hacen del espacio. E incluso iluminan aspectos de su conducta, como patrones de
actividad y épocas de celo.
Prosiguiendo el esfuerzo iniciado
hace seis años por Natalia Fracassi (INTA) y Javier Pereira (CONICET), su coordinadora
general y su director, el Proyecto Pantano cuenta hoy con más de doscientas estaciones
de muestreo dotadas de cámaras trampa en los pajonales naturales, las
forestaciones de sauce y álamo, los pastizales ganaderos y los bosques
secundarios del llamado Núcleo Forestal del Delta.
Las miles de imágenes obtenidas de
ciervo de los pantanos ya permitieron el desarrollo de fichas para la
identificación de más de setenta individuos, herramienta fundamental en los
estudios de comportamiento, conectividad y ecología espacial. Pero es mucho más
lo que prometen una vez procesada su información junto a la que surja de los
relevamientos sistemáticos de signos (huellas, fecas y astas). Servirán, por
ejemplo, para trazar un mapa preciso de la distribución del ciervo en el Bajo
Delta, estimar su densidad poblacional, saber cómo usa el hábitat y cuál es su
relación con las especies competidoras (la vaca y el axis), detectar las zonas
más aptas para establecer corredores biológicos que aseguren el necesario intercambio
genético entre los núcleos poblacionales de la región. ¡Y todo esto gracias a
un oportuno click!
Elaboración: Damián Voglino
Efectos
colaterales
Ciervo axis
El uso de cámaras trampa brinda a
veces frutos inesperados. En nuestro caso, fueron los primeros registros –allá
por el 2009– de la presencia en el Delta bonaerense de tres mamíferos: la
mulita grande (Dasypus novemcinctus para
la ciencia), el zorro de monte (Cerdocyon
thous) y el ciervo axis (Axis axis),
hoy con poblaciones ya establecidas en la región.
Los dos primeros pertenecen al
elenco faunístico nativo. Se supone que habrían ingresado desde el norte, quizás
acompañando el aumento de temperaturas desencadenado por el cambio climático o
favorecidas por la construcción de grandes diques, que atenuaron los efectos de
las crecidas e incrementaron el porcentaje de tierras no inundables.
El axis, introducido al país desde
Asia con fines cinegéticos, se habría expandido desde cotos de caza del oriente
entrerriano. Esta especie invasora, merece señalarse, puede representar una
amenaza para el ciervo de los pantanos como competidor por el alimento y
potencial fuente transmisora de enfermedades infecciosas.
El ciervo de los pantanos
era la presa predilecta para los pueblos originarios del Litoral. Consumieron
la carne, la grasa e, incluso, el tuétano. Con el cuero levantaron toldos y se
vistieron. Transformaron huesos y cornamentas en arpones, punzones,
perforadores, colgantes, bastones de mando. Y para contrarrestar picaduras de
víbora se valieron de los “bezoares” (cálculos gástricos).
El ciervo de los pantanos según el jesuita Florian Paucke (1719-1780)
El criollo fue más dispendioso. Tendía trampas de
lazo en la senda de los ciervos y les metía bala cada vez que se presentaba la
ocasión. Pero sólo cargaba con la carne de ciervas y cervatos (“manjar
excelente”, al decir del escritor Marcos Sastre), la ramificada cabeza de
los machos (trofeo habitual en los ranchos y, alguna vez, cotizada mercancía) y
el flexible cuero, que en sus habilidosas manos se volvía tiento, polaina, “tirador”
o pieza del apero.
En nombre de este magro aprovechamiento –o la mera
costumbre– se consumaron otrora verdaderas matanzas en el Bajo Delta (ver Tiempos de exterminio). Y hoy, a
despecho de la crítica situación del ciervo y su amparo legal, algunos siguen “despuntando el vicio”. De hecho, la
caza furtiva es uno de los principales problemas que afronta la especie en la
región.
A fines del siglo pasado, la Asociación para la
Conservación y el Estudio de la Naturaleza (ACEN) comenzó el primer estudio sistemático
del “pantano” en el Delta. Sus encuestas revelaron que buena parte de los
isleños ignoraba que el ciervo corría peligro de extinción y que su caza se
hallaba prohibida por ley. Esto llevó a desarrollar junto a la comunidad local
un empeñoso programa de concientización, que duró casi una década.
El Proyecto Pantano, heredero en muchos sentidos de
la labor de ACEN, se propuso retomar y ampliar aquella iniciativa pionera. El
primer paso fue la edición del folleto educativo que invitamos a explorar al
pie de estas líneas. Su distribución en las escuelas del Bajo Delta y la Fiesta
del Isleño se complementa con las actividades de concientización que estamos articulando
con las autoridades locales, los representantes comunitarios y el sector
productivo. Creemos que la caza furtiva se combate con una comunidad advertida
del riesgo que afronta el ciervo de los pantanos y partícipe de los esfuerzos
que se realizan en favor de su conservación. El cambio valedero siempre empieza
por casa.
Antaño, en ciertas zonas del
Bajo Delta, las grandes inundaciones se recordaban por la altura que alcanzaron
las aguas... ¡y la cantidad de “pantanos” abatidos! Es que, ante crecientes y
sudestadas, los ciervos se amontonan en los albardones, donde cazarlos al por
mayor resulta un juego de niños. Lobodón Garra, en su libro Río abajo, consigna la matanza de 48
ejemplares en el arroyo Mosquito durante la “marea” de 1940 y, durante la del
51, “hazañas” idénticas en cada isla del Ibicuy. Hoy, en todo el Delta
entrerriano, quizá sobreviva un número de ciervos parecido a los cobrados
aquella vez sobre el Mosquito.
De Bichos Argentinos (Roberto Rainer Cinti,
Ediciones Colihue, 2013)
Archivo Santiago D’Alessio
LA
FOTO
El mágico encuentro se produjo en el predio forestal El Oasis, de Arauco Argentina, un atardecer de comienzos de primavera. La ciervita, tras un renuevo de sauce, observó con más curiosidad que cautela al fotógrafo apostado a la vera de su camino. Luego, aceptando la intrusión, prosiguió plácidamente su ronda de ramoneo. Y el fotógrafo no desaprovechó tanta gentileza.